martes, 30 de agosto de 2011

Los Justos, de Albert Camus


“Los Justos” Hoy

Uno podría preguntarse ¿por qué trabajar con un texto que  recoge en esencia un hecho histórico, tan alejado de nosotros, como es el atentado cometido contra el Gran Duque Sergio en 1905?.  También ¿por qué poner en escena a  grupo de socialistas  revolucionarios que pelean contra el sistema zarista?, si en la actualidad dicho régimen y el siguiente – propiamente el socialismo soviético – ya no existen.  ¿Qué tiene este material para decirnos hoy?. En un mundo totalmente diferente, no solo al del principio de siglo XX, sino también a la década del 50’, momento en que se concibe esta obra.
La respuesta es muy sencilla y a la vez muy compleja.  “Los Justos” no solo tiene como marco, un suceso histórico -  que a decir verdad,   pasa a un segundo plano – sino lo  que pone de manifiesto, es el debate de si está permitido y a la vez justificado sacrificar vidas humanas en pos de un ideal.  Es aquí donde se encuentra el punto de partida que cruza como una línea el tiempo y se  conecta con nuestra actualidad.  Los mismos cuestionamientos que realiza el propio autor, son los que sin lugar a duda deberíamos hacernos nosotros hoy, frente a los hechos de violencia que nos invaden sin descanso y que son tomados, en el peor de los casos, como necesarios y justos.  ¿Qué es ser justo en el siglo XXI?,  aceptar sin más que la violencia  es un procedimiento  para la solución de los problemas o qué es un mal que tenemos que combatir – no con más violencia – sino con herramientas y mecanismos que respeten la vida.
Cómo entender entonces, que el propio Presidente Barack Obama, hay que recordarlo Premio Nobel de la Paz diga públicamente: “se hizo justicia” al comunicar la muerte de Bin Laden. ¿Eso es justicia? o más bien la aplicación una simple y sencilla ley: del talión. Cómo acostumbrarse a vivir en un mundo donde el terrorismo -  en el sentido más amplio de la palabra -  embista contra civiles en cualquier ciudad del planeta. Porque además, el terrorismo no es solo colocar bombas y hacerlas estallar, es también desarrollar políticas que condenen el presente y el futuro de las naciones.  No puede ponerse en cuestionamiento entonces, la lamentable actualidad de esta pieza.  Es verdad, en un principio puede parecernos lejana: el mundo cambió radicalmente: el existencialismo dejó de ser la corriente filosófica de moda,  el sueño comunista se derrumbó, por consiguiente la posibilidad de contar con un sistema alternativo que contrabalanceara al capitalismo, el nuevo enemigo de occidente pasó a ser el fundamentalismo islámico, todos nosotros estamos sumergidos en un mismo único mercado global, donde no importan las personas sino los bienes que puedan adquirir. 
Pero pese a todo, la contundencia de este material, hace imposible que permanezcamos ajenos, sin importar cuan alejados estemos en el tiempo y en las circunstancias.

Es un hallazgo que Camus, construyera personajes que dudan, se cuestionan y que por sobre todas las cosas no representan arquetipos, aquí no hay buenos ni malos. No los son: ni los que integran la célula revolucionaria, como tampoco, los que representan al sistema de poder que se quiere derrumbar. Es entonces, donde este material excede el hecho histórico y  el contexto temporal en el que fue escrito,  para echarnos una mano hoy sobre la necesidad,  de por sobre todas las cosas, respetar la vida, más allá de las disquisiciones, políticas o religiosas. No olvidemos que el propio autor, como integrante del Partido Comunista francés, criticó enérgicamente los métodos de violencia y la existencia de campos de concentración en la Unión Soviética.  Lo que le valió la crítica internacional y el ya tan famoso y comentado distanciamiento con Jean Paul Sartre.

Por otro lado si revisamos nuestra producción anterior - “De cómo el Sr. Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos” de Peter Weiss, año 2009/10, “Calígula” de Albert Camus año 2007/08 y “Los Siete Locos” de Roberto Arlt año 2004/5 - , podemos inferir que continuamos trabajando con autores comprometidos profundamente con la realidad y con los conflictos que acaecen al hombre contemporáneo.



Daniel Godoy

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