martes, 30 de agosto de 2011

Llega el estreno de LOS JUSTOS! Te esperamos!

LOS JUSTOS de Albert Camus

Dirección: Daniel Godoy

Elenco: Marcelo Gamarra - Gustavo Bernal - Matías Berón - Nicolas Correa Luna - Malena Colombo - Javier Ahumada - Vanina Veigas - Fabián Calo

Asistencia de Dirección: Pher Morte
Diseño de Escenografía: Martina Pombo
Concepción Original de Escenografía: Daniel Godoy, Pher Morte, Martina Pombo
Diseño de Vestuario: Martina Pombo
Realización de Escenografía y Utilería: Julia Baselli, Lara Díaz Fresno, Magdalena Morea Sales, Martina Pombo, Melina García Pérez
Maquillaje: Loli Angeletti
Diseño de Iluminación: Victor Olivera
Música Original: Leandro Bisogno
Coordinación General: Martina Pombo

Desde el viernes 2 de septiembre, todos los viernes y domingos.

Viernes - 23hs

Domingos - 21hs

Teatro LIBERARTE - Av. Corrientes 1555

Los Justos, de Albert Camus


“Los Justos” Hoy

Uno podría preguntarse ¿por qué trabajar con un texto que  recoge en esencia un hecho histórico, tan alejado de nosotros, como es el atentado cometido contra el Gran Duque Sergio en 1905?.  También ¿por qué poner en escena a  grupo de socialistas  revolucionarios que pelean contra el sistema zarista?, si en la actualidad dicho régimen y el siguiente – propiamente el socialismo soviético – ya no existen.  ¿Qué tiene este material para decirnos hoy?. En un mundo totalmente diferente, no solo al del principio de siglo XX, sino también a la década del 50’, momento en que se concibe esta obra.
La respuesta es muy sencilla y a la vez muy compleja.  “Los Justos” no solo tiene como marco, un suceso histórico -  que a decir verdad,   pasa a un segundo plano – sino lo  que pone de manifiesto, es el debate de si está permitido y a la vez justificado sacrificar vidas humanas en pos de un ideal.  Es aquí donde se encuentra el punto de partida que cruza como una línea el tiempo y se  conecta con nuestra actualidad.  Los mismos cuestionamientos que realiza el propio autor, son los que sin lugar a duda deberíamos hacernos nosotros hoy, frente a los hechos de violencia que nos invaden sin descanso y que son tomados, en el peor de los casos, como necesarios y justos.  ¿Qué es ser justo en el siglo XXI?,  aceptar sin más que la violencia  es un procedimiento  para la solución de los problemas o qué es un mal que tenemos que combatir – no con más violencia – sino con herramientas y mecanismos que respeten la vida.
Cómo entender entonces, que el propio Presidente Barack Obama, hay que recordarlo Premio Nobel de la Paz diga públicamente: “se hizo justicia” al comunicar la muerte de Bin Laden. ¿Eso es justicia? o más bien la aplicación una simple y sencilla ley: del talión. Cómo acostumbrarse a vivir en un mundo donde el terrorismo -  en el sentido más amplio de la palabra -  embista contra civiles en cualquier ciudad del planeta. Porque además, el terrorismo no es solo colocar bombas y hacerlas estallar, es también desarrollar políticas que condenen el presente y el futuro de las naciones.  No puede ponerse en cuestionamiento entonces, la lamentable actualidad de esta pieza.  Es verdad, en un principio puede parecernos lejana: el mundo cambió radicalmente: el existencialismo dejó de ser la corriente filosófica de moda,  el sueño comunista se derrumbó, por consiguiente la posibilidad de contar con un sistema alternativo que contrabalanceara al capitalismo, el nuevo enemigo de occidente pasó a ser el fundamentalismo islámico, todos nosotros estamos sumergidos en un mismo único mercado global, donde no importan las personas sino los bienes que puedan adquirir. 
Pero pese a todo, la contundencia de este material, hace imposible que permanezcamos ajenos, sin importar cuan alejados estemos en el tiempo y en las circunstancias.

Es un hallazgo que Camus, construyera personajes que dudan, se cuestionan y que por sobre todas las cosas no representan arquetipos, aquí no hay buenos ni malos. No los son: ni los que integran la célula revolucionaria, como tampoco, los que representan al sistema de poder que se quiere derrumbar. Es entonces, donde este material excede el hecho histórico y  el contexto temporal en el que fue escrito,  para echarnos una mano hoy sobre la necesidad,  de por sobre todas las cosas, respetar la vida, más allá de las disquisiciones, políticas o religiosas. No olvidemos que el propio autor, como integrante del Partido Comunista francés, criticó enérgicamente los métodos de violencia y la existencia de campos de concentración en la Unión Soviética.  Lo que le valió la crítica internacional y el ya tan famoso y comentado distanciamiento con Jean Paul Sartre.

Por otro lado si revisamos nuestra producción anterior - “De cómo el Sr. Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos” de Peter Weiss, año 2009/10, “Calígula” de Albert Camus año 2007/08 y “Los Siete Locos” de Roberto Arlt año 2004/5 - , podemos inferir que continuamos trabajando con autores comprometidos profundamente con la realidad y con los conflictos que acaecen al hombre contemporáneo.



Daniel Godoy

De cómo el Sr. Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos, de Peter Weiss

¿Por qué Peter Weiss?

E indudablemente surge una nueva pregunta, y por qué no Peter Weiss?, pero “por qué no?” también es solo una construcción, más contundente que la primera por cierto, pero sigue siendo solo eso y no nos alcanza para justificar nuestra elección.  Sí, los supuestos que aquí intentaremos desarrollar.
A la insuficiente contundencia expresada inicialmente debemos contraponer los textos del autor alemán y particularmente los que integran “De Cómo el Sr. Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos”.  No estamos hablando  solo cuadros bien acabados y bellas imágenes, sino y sobre todo, creemos que aquí radica su mayor mérito, claridad y toma de posición política. Claridad frente a una sociedad inmersa en la banalidad, en el extremo individualismo, mezclada, confundida, intelectualmente agonizante, ahogada y debilitada por los más miserables e inhumanos intereses económicos. Y toma de posición política como respuesta frente a este estado de cosas. Invitándonos, para decirlo de un modo cortés, a tomar partido, a accionar, a operar un cambio. A suprimir el mal funcionamiento, a reemplazarlo. Es por ello que a Weiss ya no le interesan los conflictos individuales “de alcoba”, sino aquellos que involucren a los diferentes actores sociales, a las grandes estructuras, a aquellos que oprimen al hombre actual y lo cosifican.  Es allí donde se instala el verdadero peligro, los núcleos que hay que combatir.
Ahora bien, el material con el que Weiss siempre ha trabajado es la realidad. Y a la vez fue esta la que le devolvió de manera contundente la situación del hombre actual. Con esa contundencia, como dijimos, escribe, confronta, hace combatir a sus personajes y debate, con un único fin: que de igual forma suceda en la platea. Sus trabajos no son pasatistas o románticos, ni se cierran con finales bien acabados y definitivos. Es el espectador quien debe hacer la mayor operación de todas, digerir, reflexionar, tomar una posición. Es imposible no hacerlo frente a sus producciones.   Para bien o para mal siempre nos toca la mayor parte del trabajo. Nunca quedamos exentos de dicha participación, así lo intentemos. Sin caer en largos debates intelectuales que no conducen a ninguna parte, su teatro es netamente político y no pretende ser otra cosa. Tiene la particularidad de no indicarnos de manera precisa,  y detallada las pautas que nos conducirán al cambio.  Insistimos es una operación que debe realizar el espectador.

En “De cómo el Sr. Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos” la contundencia se encuentra sintetizada en el nivel de las acciones. Ellas son, en definitiva,  el motor de la historia; es decir, el actor como un todo será quien no sólo construya y deconstruya los diferentes tipos presentados en la obra sino quien además efectúe los emplazamientos necesarios y movimientos escenográficos, para montar cada uno de los cuadros.
Este acento en el cuerpo es el punto coincidente con nuestro recorrido teatral. Cabe mencionar que la poética se nutre por los permanentes cruces con el cine mudo, el circo y el clown.




Calígula, de Albert Camus


Una aproximación a Calígula

Esta pieza de Albert Camus (1913-1960) no es una biografía histórica del emperador, el autor toma su figura para depositar en ella su producción ideológica y filosófica.
Tampoco es casual su elección, no olvidemos que la obra fue estrenada en el año 1945 (año en el que finalizó la Segunda Guerra Mundial) y que su composición fue contemporánea a los gobiernos totalitarios.
Volcar en Calígula sus propias ideas obligó a Camus a apartarse de las recurrentes frivolidades con las que habitualmente nos topamos al pensar en el emperador. Lo aclaro, aquí no se exalta el aspecto frívolo, superficial y desquiciado. Si estos elementos afloran, es como consecuencia de un sistema de mayor complejidad.
La obra de teatro Calígula, la novela El Extranjero y le ensayo El mito de Sísifo, conforman la trilogía donde el autor, entre otros conceptos, desarrolla la idea de “hombre absurdo”.
Claro está, en Calígula, el autor lleva al extremo sus concepciones de hombre absurdo, lógico y libre. Un extremo al que llega el príncipe romano por sus condiciones y posición, extremo que se vuelve intolerable para el círculo que lo rodea y a veces hasta para él mismo.
Camus, no nos presenta en su trabajo una situación sencilla, y no sólo como consecuencia de la densidad de su filosofía. Los personajes aquí desarrollados no se cristalizan en características tan estancas como positivos y/o negativos ya que en el tránsito que efectúan, salvo escasas concepciones, siempre presentan curvas.
Es imposible no percibir en los textos: humor, ironía y acidez, sin que por ello peligre siquiera por un instante lo que el autor propone como marco teórico.
Por otra parte, cuando empecé a trabajar con la obra y a buscar información, leí y me llamó la atención que luego de su estreno, la crítica consideró como “un gran suicidio”. Me permito discrepar, ya que Calígula nos busca su propia muerte, busca permanecer lógico hasta el fin y sabe que esto acarreará su eliminación. Su objetivo, claramente, no es morir.
En cuanto a la puesta, nos hemos permitido trabajar con pocos elementos, ya que la obra lo permitía ampliamente, de hecho considero que es bastante flexible. No nos interesaba reponer escenográficamente los salones, alcobas ni habitaciones de palacio. Utilizamos tambores cilíndricos de diferentes tamaños. Estos son transportados, deslizados y emplazado por los actores durante el desarrollo de la obra.
Buscábamos objetos que nos permitiesen reforzar y sintetizar visualmente lo que se cuenta, colocando el acento en el orden, desorden, vacío, confrontación y armonía. La forma de trabajar las escenas, siguiendo la estructura concebida por el autor, nos permitió efectuar un recorrido global donde se conjugan: aceleración/ desaceleración de velocidades; reducción/ ampliación del espacio y cambio de intensidades.
La puesta no es realista y es fundamental su dinamismo ya que la obra es un gran desarollo de ideas, obligándonos a evitar la monotonía escénica.
La música fue compuesta especialmente por Leandro Bisogno, como también lo hizo para la puesta de Los Siete Locos de R. Arlt (temporada 2004/ 2005 – La Tertulia). En este caso prevalece el sentido rítmico y percusivo necesarios para crear los climas que van desde los “festivo” hasta la presión más asfixiante.





Los Siete Locos, de Roberto Arlt

Los Siete Locos y Roberto Arlt


Poder, pasión, religión, fanatismo e ilegalidad se conjugan como salida de una realidad violenta que ahoga por completo a los personajes de esta historia. De inicio a fin el primer tomo de la novela de Roberto Arlt.
Remo Erdosain es, indudablemente, un hombre de su tiempo y mas pudiera decirse, de su ciudad.  Sus frustraciones, sus temores, sus sueños, sus mas íntimas y minúsculas angustias, todo queda reflejado en las complejidades de este personaje.  Todo parece indicar que Arlt tomó ese hombre en ciernes y lo lanzó a vivir y a ganarse la vida pobremente como cobrador de una azucarera y en él, en Remo Erdosain, es que vuelca sus desesperación de hombre maduro, revolcándose en la oscuridad de un dolor que ha nacido y crecido con él y ni siquiera terminará con él porque continua vivo y persistente.  “Los Siete Locos” es, sin lugar a dudas una de las más vigorosas novelas de crítica social escritas en la Argentina, manteniendo hasta hoy su vigencia.
Nuestra adaptación como texto dramático, se centra en un sistema social que expulsa y degenera individuos. El protagonista cruza un arco escénico que lo presiona, hunde y obliga a romper con las normas establecidas, asociándose a una logia que tiene como fundamento erigir una nueva sociedad.
La obra está dividida en dos estructuras unidas por un puente que denominamos “transición”.  La primera se encuentra representada como una escalera ascendente, por su gravedad, de sucesos que inciden violentamente en Remo Erdosain.  La segunda es representada como una línea recta hacia el futuro, es decir la implementación de las primeras acciones para el desarrollo de un nuevo orden social.
La utilización del espacio se caracteriza por su uso sistemático y geométrico.